Larga vida a Ylenia
Acaba el programa el jueves y Pat, una mujer con pocos años menos que yo, me envía el siguiente mensaje: “Ylenia me representa”. Acto seguido, yo le contesto el que sigue: “No. Ylenia NOS representa”. La de Benidorm es una mujer que se sabe imperfecta, pero con ganas de mejorar y eso es, entre otras cosas, lo que la convierte en una mujer inteligente.
Somos como somos, claro, pero está en nosotros luchar diariamente por encontrar la mejor versión de nosotros mismos. Me río mucho con Ylenia. Es divertida, metepatas, juerguista hasta la médula, defensora de causas inexistentes, y amante de la noche y sus esquinas.
Ahora que está fuera lo puedo decir:
Ylenia era una de mis ganadoras. El premio le hubiera servido para darse cuenta de que es una tía que vale al pena, para cree un poco más en ella, para saber que no está sola. Por otra parte también me gusta que la hayan echado porque estaba entrando en un bucle imposible y un tanto violento. A mí no me representa ningún partido político. La única que casa con mi yo y mis circunstancias es Ylenia. Larga vida a usted y a Benidorm, señorita.
La mala fama de la fama
He escuchado a Sofía y a Ylenia reflexionar sobre la fama e ‘GH DÚO’. Por mucho que te avisen, no es fácil convivir con ella. Al principio, te hace gracia. Luego, trastoca tu vida hasta unos límites inimaginables. Yo siempre digo que
nuestro oficio tiene mucho de esquizofrénico: trabajas para que la gente te vea y, luego, tienes que ideártelas para intentar vivir al margen de todo lo que conlleva la popularidad porque si no corres el riesgo de que se te vaya la olla a Camboya.
Una de las cosas más complicadas de esta profesión es lidiar con la opinión que de ti tienen los demás porque te obliga continuamente a cuestionarte, a preguntarte si eres como te ven, a descubrir rasgos de tu carácter que no pensabas que tenías.
Tanto Ylenia como Sofía son dos chicas inteligentes y llevan advirtiendo desde hace tiempo las turbulencias emocionales que conlleva la fama. Les queda mucho por sufrir: son jóvenes y tan aclamadas como odiadas en las redes sociales, que es un fenómeno contra el que no teníamos que lidiar antes. Apunta Sabina que la fama es la calderilla de la gloria. Tiene mala fama la fama. Por algo será. A mí me ha servido fundamentalmente para enviarme al psicólogo cada dos por tres.
Vivir sin trabajar
Viajo con C. a Marrajech a desconectar unos días. C. Es mi alma gemela, una de las personas que mejor me comprende. Conoce mi vida mejor que yo. No tengo secretos para ellas. Me río con ella lo que no está en los escritos. No pertenece al grupo de las palmeras, que conste. No se corta al cantarme las cuarenta y, a veces, me riñe como una madre.
Siempre que vengo a Marrakech me acuerdo de Carmina, claro. Recuerdo que la criticábamos porque no trabajaba. Qué ilusos éramos. Creo que vivir sin trabajar es un arte. Hay gente que puede hacerlo y no lo lleva a cabo porque le da miedo enfrentarse a una vida sin responsabilidades.
Continúa leyendo en
www.lecturas.com