El miércoles salió a la venta ‘Antes del olvido’ y algunos de mis compañeros pasaron por el teatro Nuevo Alcalá para leer unos de los fragmentos. Entre ellos, Rocío Carrasco. Al salir nos esperaba Sergio, un reportero de Europa Press, que le hizo saber a Rocío que alguien había dicho de ella que era la menos madre de España. Desconozco que en nuestro país se otorgue ese título y ahora me pica la curiosidad por saber en qué consiste el premio. ¿Una banda acreditativa a lo Miss España? ¿Un ticket restaurant? ¿Una placa conmemorativa? Me tengo que enterar, porque igual hasta hay una dotación económica. El compañero de Europa Press también se plantó el sábado a las cuatro de la mañana a las puertas de la discoteca Marta Cariño para entrevistar a Rocío. Había acudido allí después de participar en el concierto que Ojete Calor dio en un abarrotado Wizink Center. Cantó con todo su papo un tema de su madre y luego se fue a celebrarlo con todos los que habían participado en el recital. Recuerdo que cuando vivía con mis padres se nos prohibía llamar por teléfono a una casa a partir de las diez y media de la noche porque no eran horas. Me llegan a pillar a mí a las cuatro de la madrugada un sábado saliendo de una discoteca y ya te digo yo que la entrevista la tienen que subtitular. Pero Rocío pudo hacer la entrevista fresca, sin ningún problema, e, incluso, echó un cable al reportero, que tuvo que soportar cómo mucha gente que asistía a la escena le vino a decir que no eran horas. Me encanta esa expresión tan aplicable a tantas situaciones. Hoy lunes hacemos el último ‘En el nombre de Rocío’. La semana pasada estuvo mi madre viendo el programa y de lo único que se quejó era de lo incómodas que eran las sillas. Por cierto, gracias a todos los que os estáis leyendo ‘Antes del olvido’. Gracias por los mensajes que me enviáis, que me están cubriendo el corazón de gloria bendita. Por mensajes como los que recibo sigo creyendo que vale la pena continuar.
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