Cena de Navidad con los presentadores de Mediaset. Cuando llegas tienes que escoger una bolita y te asignan una mesa. Este año me toca el cinco y
comparto mesa y mantel con Ana Rosa, Jesús Calleja, Lara Álvarez, Sonsoles Ónega, Santi Millán, Roberto Arce y Dani Martínez. A Dani le debemos las mayores carcajadas de la mesa cuando imita a Paolo Vasile y a Manuel Villanueva, jefazo uno y jefazo dos respectivamente. No calca solo las voces, también sus argumentos y sus formas de pensar. Un portento. Con Dani hablo de teatro y de lo mucho que disfrutamos en el escenario. Está recorriendo España con su función ‘Ya lo digo yo’ y en mayo aterriza en Madrid. No me lo pierdo.
Comparto confidencias con los dos Jesuses —Vázquez y Calleja— y me río con Toñi Moreno, que está como una niña con zapatos nuevos. Como una botella de champán recién descorchada. Me cuenta cosas que me hacen palidecer de envidia, al tiempo que me producen un vértigo terrible. Tengo que quedar a cenar con ella sí o sí.
Vigilo desde la distancia a Paula Echevarría, sentada a la derecha de Dios padre (Vasile). A las nueve de la mañana del día siguiente me pone un mensaje —ella, no Dios— diciéndome que como salí pitando no le dio tiempo a saludarme. Le iba a responder que tenía a mi madre en casa, pero a los cincuenta años me parecía un poco ridículo utilizar ese argumento (aunque fuera una verdad tan grande como la catedral de Burgos).
Antes de abandonar cual Cenicienta hablo con Paz Padilla, que se encuentra en uno de los mejores momentos de su vida y se le nota. Me cuenta los motivos y no me suena a argumento impostado. Se ha liberado de mochilas cargadas con algún que otro prejuicio y ahora disfruta de lo conseguido tras muchos años de trabajo.
Lloro con ‘Roma’
Leo críticas sobre ‘Roma’, la última película de Alfonso Cuarón, y me llama la atención una de Álex Manzano que dice: “Es una película difícil y con templativa pero también una obra maestra”. La veo en Netflix y a veces parece que no pasa nada pero no puedo dejar de verla porque es hipnótica.
Justo después de acabarla busco más críticas y leo otra de Hobby Consolas que podría haber escrito yo: “Arranca de forma sosegada, puede parecer que no está pasando nada, cuadno en realidad está pasando de todo. Hay que tener paciencia”. De hecho, reconozco que en varios momentos estoy a punto de darle carpetazo y pero hay algo que me dice que siga. Y me alegro.
Lloro con una escena terrible y cuando todavía tengo el corazón encogido empieza a suceder algo que casi me empuja a saltarme minutos porque no me veo capaz de soportar tanto dolor. Pero aguanto y acabo llorando otra vez.
Ambientada en el México de los años 70, habla de la realidad del país, de la infancia, de las mujeres que trabajan en las casas y que se convierte en partes fundamentales de las familias. De la vida.
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