He sufrido un ictus

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El martes comienza a dolerme la cabeza. Poco. Lo achaco al cansancio. El miércoles por la noche me voy a la cama con un dolor que empieza a ser insufrible. Durante el jueves el dolor va y viene de manera intermitente y lo paso mal durante la gala. No puedo elevar la voz porque me retumba de manera insoportable en la cabeza. Al acabar estoy a punto de ir a urgencias, pero pienso que si duermo me despertaré mejor al día siguiente. No es así. Mi sobrino me escribe un mensaje diciéndome que se va de viaje y soy incapaz de llamarle para despedirme. Tampoco puedo contestar con todo el cariño que quiero a unos mensajes de Mónica Naranjo. Me despierto el sábado sobre las seis de la mañana. Qué mala hora para que te asalten los pensamientos negativos.Pienso en el tumor que mató a mi padre y a su tía. Y lo que más me inquieta no es mi muerte, si no en cómo contárselo a mi madre. Imagino qué haría si me dijeran que me queda poco tiempo de vida y concluyo que no me daría por tirarme a las calles y quemarlas. Al contrario, me gustaría charlar mucho con gente de diversas creencias y aprender a morir en paz. Que mi casa se convirtiera en una mezcla de confesiones. No sé si me apetecería recibir visitas. Creo que no. Normalmente acabas consolándolas tú a ellas. Me viene a la cabeza la anécdota de una compañera muy querida que horas antes de fallecer pidió un café y la gente que estaba a su lado le dijo: “No sabemos si te va a sentar muy bien”. Tardó poco en responder con una sonrisa: “Hijos míos, si me estoy muriendo”. Se lo tomó tan ricamente y a las pocas horas falleció. Qué cosas tan raras se piensan cuando estás malo. Total que a las doce del mediodía no aguanto más y me planto en urgencias. Calman mi dolor y me hacen un escáner. Ven una manchita en el cerebro que puede ser un problema bascular congénito. Pregunto por lo del tumor. Lo descartan. Qué alivio. Me recomiendan hacerme una resonancia para descartar cualquier problema importante, pero los sábados no las hacen y tengo que quedarme ingresado para estar controlado. Adiós al Deluxe. Y no solo al programa si no a hacer la función al día siguiente en Tudela, donde nos esperaba un teatro lleno. Continúa leyendo en Lecturas.com