Comienzo el domingo viendo en Netflix ‘Diecisiete’, de Daniel Sánchez Arévalo. Qué gusto da hacerte mayor y darte cuenta de que puedes seguir emocionándote con una película. Que escuchar hablar de sentimientos siga moviéndote y obligándote a cuestionar tu propia manera de sentir. Ayer acabé el día muy tonto.
Tengo muchísimas ganas de hacer muchas cosas y ninguna a la vez. Ahora mismo me cogería un avión rumbo a Lisboa, visitaría otra vez la casa de Amalia Rodrigues, pasearía por el Barrio Alto y disfrutaría poniéndome nostálgico. Pero la semana que viene tengo una revisión y pretendo pasar el fin de semana lo más relajado posible.
Se habla, entre otras cosas, de la muerte en ‘Diecisiete’ y yo pienso mucho en la mía. Sé que no me voy a morir por lo del ictus. Igual me tengo que operar y hasta luego Mari Carmen, pero creo que todavía no me ha llegado la hora. Pero Óscar, el viudo de Juan, me dice que lo del tiempo es relativo. Que nunca es el momento de irse porque siempre te quedará algo por hacer.
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