Cuando era adolescente y tenía ganas de llorar aprovechaba cuando me quedaba solo en casa y me ponía ‘Volver a empezar’ de Garci. Creo que he sido nostálgico desde pequeño, y esa película me tocaba la fibra siempre que la veía. Lloraba a moco tendido, desconsoladamente.
No adelantaré nada por si acaso alguno de vosotros no la ha visto. La recomiendo. Gracias a esa película, me hice adicto al Canon de Pachelbel que, colocado estratégicamente en las escenas más emotivas, te corta directamente la respiración.
A veces, da mucha pereza salir de tu casa y quedar, pero me he dado cuenta de que hay que hacerlo. Sí, parece una gilipollez, pero no lo hacemos lo suficiente. Y según diversos estudios es fundamental para el bienestar emocional compartir tiempo con tus amigos. El jueves para almorzar quedé con un amigo después de diez años sin vernos.
No creo que exista algo que sea gratis y que te reporte tantos beneficios. Intercambiamos deseos, miedos y alguna que otra fantasía, y abandonamos el restaurante con la firme convicción de vernos antes de operarme de nuevo porque tenemos que pasar a limpio ciertos asuntos.
Continúa leyendo en www.lecturas.com