He pasado el fin de semana dando vueltas por la tele sin parar. En una de estas me he encontrado a Lydia Lozano en La 1. Me gustó verla tan entusiasta como siempre. Si hubiera pertenecido a la Orquesta del Titanic su instrumento habría sido el último en sonar. Lydia es incombustible. Pasan los años y ahí sigue, con ese pelo que es un desafío arquitectónico y un maquillaje a prueba de guerras químicas. Lydia Lozano es una de nuestras últimas joyas televisivas.
Ella cree que todavía nos puede llegar a interesar lo que cuente sobre Fulano o Mengano pero está muy equivocada. En realidad, lo que queremos es saber de qué manera se relacionó –o relaciona– con el tal Fulano o el tal Mengano. Nos apasiona saber de ella y sus circunstancias. La leyenda de Lydia es tan imponente que cuando la vemos en pantalla aspiramos a compartir la vida a través de su mirada. De ahí que sea tan entretenido ‘La venganza de la llorona’, el libro que acaba de sacar al mercado. Lydia Lozano en esencia. En estado puro. La conozco desde hace veinte años y me he tragado el libro sin pestañear porque su memoria nos ayuda a comprender mejor parte de la historia de este país. Porque el cotilleo también es historia y resulta muy curioso ver cómo ha evolucionado a través de los recuerdos de una profesional del ramo.
El libro que ha escrito Lydia Lozano es, sin ella pretenderlo, una declaración de amor a Lydia Lozano porque es imposible no cogerle cariño después de leerlo. Lydia es la típica amiga a la que recurrirías después de haber sufrido un desengaño amoroso porque siempre está dispuesta a alegrar a un corazón solitario. El mítico actor Antonio Gamero acuñó la frase “Como fuera de casa no se está en ningún ‘lao” y Lydia la convirtió en el primer mandamiento de su vida. Pocas cosas le gustan más que ponerse el tacón y recorrerse las calles a todas horas: para hacer el aperitivo con su madre, para cenar con amigos, para ir a la inauguración de una terraza, bar o incluso balcón.
Me gustaría que en alguna plataforma se emitiera el Canal 24 Horas de Lydia Lozano. O si no, ahí lanzo otra idea: Lozano brillaba en los programas de corazón aguerridos y escandalosos. Ya que los programas de actualidad han cogido el relevo –los tertulianos se matan más que en ‘Sálvame’– ruego encarecidamente que la lleven a comentar política. A cualquier programa menos a ‘59 segundos’. Acabaría volviendo loca a mi querida Gemma Nierga porque dios no la llamó por el camino de la concisión.
Artículo original en Lecturas.