El domingo sin heridos

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Escucho a Presuntos Implicados, con Sole Giménez, y me inunda la morriña. Entra el Mediterráneo en mi habitación y me doy cuenta de lo que echo de menos. Escucho a Sole Giménez y me acuerdo de lo que disfrutaba yendo a la playa, poniéndome canciones suyas, imaginando dónde iba a ir a cenar y pensando en qué bar me iba a tomar la primera copa. Lo que es la vida: tantas veces quejándonos de nuestra antigua monotonía y ahora me doy cuenta de lo poco que apreciábamos nuestra libertad de movimientos. Estoy en una semana boba. Tengo ganas de que se acabe todo esto, pero me da miedo pensar en lo que nos vamos a encontrar.

Tras la entrevista con María Teresa Campos no hubo que lamentar heridos. Vino sin ganas de liarla, porque está feliz. Y cuando María Teresa Campos está feliz, está feliz España. No hay cosa que haga más dichosa a la Campos que trabajar, y ante esta verdad incontestable poco podemos añadir. Como le pasa a tanta otra gente en tantos otros oficios que vibran produciendo. Nos han educado para ser hombres y mujeres de provecho, para descansar lo estrictamente necesario. De toda la vida de dios hemos juzgado negativamente a aquella persona que tenía la osadía de proclamar a los cuatro vientos que no había pegado un palo al agua. No sabemos decir «basta» porque hemos dedicado tanto empeño al trabajo que al llegar a mayores nos sentimos huérfanos si no seguimos currando.

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