Bárbara acude al ‘Deluxe’ y nos regala una entrevista divertidísima. A punto de cumplir 72 años, está de vuelta de casi todo. Pletórica, con ilusiones. Me dice fuera de cámara que está mejor que cuando era más joven, que ha aprendido a darse cuenta de que la felicidad radica en viajar muy ligera de equipaje. “No le tengas miedo a la edad”, me aconseja. Y la creo. Durante la entrevista intentamos por todos los medios que reconozca de una vez que ha tenido una relación con el Rey emérito, pero Bárbara, que se las sabe todas, sortea las preguntas con habilidad. Jugando con los dobles sentidos pero evitando confirmaciones.
Supongo que se estará guardando la historia para contarla en Netflix. Ahora que hay barra libre con el emérito lo podría hacer sin ningún problema. Le preguntamos sobre si debería volver a España y contesta con rotundidad que sí. Resulta curioso, porque esa es una opinión que suele tener la mayoría de la gente de la generación de Bárbara. No pueden olvidar lo que Juan Carlos I hizo durante la transición y, aunque están desencantados con muchos años de su reinado, prima el afecto al rencor. A lo mejor es que la edad te vuelve más compasiva, más tolerante. Yo tengo una opinión cada vez menos formada de este asunto. Es más: creo que cada vez me importa menos que vuelva. La opinión pública ya lo ha sentenciado y me parece suficiente castigo convivir con la bochornosa sensación de que para mucha gente se ha convertido en una estafa.
Poca gente ha dilapidado un legado tan brillante como el suyo. Para los jóvenes es un señor mayor que camina con dificultades que se ha gastado mucho dinero en regalar millones de euros a señoras con las que ha estado. No creo que su presencia ayude a enturbiar la figura de Felipe VI. Es más, en toda historia son necesarios los antagonistas para que se realcen los comportamientos. El Rey emérito ha pasado de ser el padre de todos los españoles al abuelo malhumorado que no encuentra acomodo en una familia que ahora se ve con poder para castigarlo por sus excesos. Quizás sea hora de que vuelva al redil e intente recomponer un poco una figura totalmente rota. Con el paso de los años nos hemos dado cuenta de que la historia de nuestra familia real ha sido lo más alejado de la imagen idílica que teníamos de ellos: infidelidades, codicia, cárceles, desprecios… Aun así, no tengo muy claro quién ganaría si se hiciera un referéndum entre monarquía y república. Es más: tampoco tengo yo muy claro qué votaría.
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