Ayuso podrá poner a Tamara Falcó de Ministra de Exteriores

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Un sábado por la tarde estaba en casa de Marisol y Antonio. Me llama mi madre y me dice: “Jorge, que acabo de ganar 5.000 euros en el programa de la Campos”. No entendía nada. “¿Qué dices?”. “Pues, hijo, que he llamado al concurso y hasta he hablado con ella. Pero no he dicho que era tu madre, ¿eh?”. Cuando logré comprender lo que me estaba explicando –mi tiempo me costó, estaba de sobremesa, relajado, desconectando–, le dije: “Bueno, pues que sepas que ese dinero no lo vas a cobrar”. El tema de la Campanario y su cupón estaban en todo lo alto y no quería yo que se me pudieran lanzar a la yugular por los dichosos 5.000 euros. El hermano de Ayuso ha cobrado no sé cuánto dinero por un trabajo –o contraprestación, o comisión– para la Comunidad de Madrid. Probablemente será legal, pero es feo. Cuando parecía que iba a pasar a mejor vida, creo que la presidenta va a salir reforzada de una crisis de dimensiones faraónicas. Sus votantes no quieren ahondar en el fondo de la cuestión. La quieren y no van a permitir que ninguna noticia, por oscura que sea, empañe la devoción que sienten por ella. A mí es que ya me empieza a caer bien y todo. A la chita callando y con esa carita de no haber roto un plato en su vida se ha cargado ya a unos cuantos… y los que te rondaré, morena. Se ha demostrado que, hoy por hoy, es una figura indestructible. Nada que ver con la de Casado, que no va a tener vidas para recomponer una imagen hecha añicos. Se le ve tan desvalido que el pobre hasta me da penica. Yo ya no quiero sofocones y he empezado a aceptar que Isabel Díaz Ayuso tiene muchas papeletas para convertirse en la próxima presidenta del Gobierno. Lo bueno de todo esto es que, llegado el momento, podrá elegir ministra de Asuntos Exteriores a Tamara Falcó porque ha viajado mucho a Miami.

He invitado a Ayuso al teatro, pero todavía no ha venido. Sí que han estado María Jesús Montero, Adriana Lastra, Mónica García de Más Madrid… Y me hizo mucha ilusión que viniera la coreógrafa Lola González, que lo hizo acompañada de su marido, el mítico Bob Niko. ¡Sí! El del Ballet Zoom, aquel en el que también bailaba Giorgio Aresu. ¡Bob era mi preferido! Fue verlo y volver a mi adolescencia. Y encima fue simpático y muy cariñoso. Empiezo la semana contento a niveles máximos.

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