En el avión me encuentro a Dulceida y a su pareja, Alba

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Desaparezco unos días rumbo a la playa, como siempre. Aunque en esta ocasión tengo menos ganas de calor, quizás porque el verano ya se ha instalado en nuestras vidas. El viernes, antes de coger el avión, compro en una librería del aeropuerto ‘En la boca del lobo’, de Elvira Lindo. Pago con el móvil. Cristina y yo damos una vuelta por la terminal para ver si conseguimos encontrar una mesa para comer algo. Imposible. Está todo hasta los topes. Después de recorrerla por arriba y por abajo nos metemos a hacer cola en un grill que hay justo al lado de la tienda donde me compré el libro. Y, de repente, aparece la señora que me lo cobró con mi móvil en su mano. Que me lo había dejado. Y yo en las nubes. Para que luego la gente no confíe en la bondad de los descono- cidos. Yo sí, y lo seguiré haciendo. A las pruebas me remito. Le dije a Cristina que si este viaje comenzaba con este golpe de suerte a saber cómo acabábamos. Nos subimos al avión y ¡oh, sorpresa! Me viene a saludar Dulceida, que se ha reconciliado con Alba y se van también unos días a la playa. Yo estaba en plan fan, porque hace poco mi ex y yo nos vimos su documental enterito y cuando me enteré que las muchachas se habían reconciliado se lo hice saber a través de un mensaje para que así estuviera al tanto de lo que verdaderamente vale la pena en esta vida.

Alba y Dulceida hicieron muchas fotos durante el vuelo: al asiento, a la comida, al paisaje y a ellas mismas. Por algo son influencers. Mientras escribo estas líneas Cristina está hablando con su hijo, que tiene diecisiete años y le está pidiendo permiso para retirarse esta noche a las seis de la madrugada porque a esa hora empiezan a vender churros. Cristina duda. Yo le digo que le deje asintiendo con la cabeza. Qué fácil es ser padre de los hijos de los demás. “Cristina, cuéntale que coincidimos con Dulceida en el avión”. Respuesta del hijo: “¿Dulceida? ¿El perro?”. Se lo cuento a mi ex y apunta que a lo mejor el hijo de Cristina la ha confundido con la protagonista animal de un cómic.

Si a un chico heterosexual de diecisiete años no le suena Dulceida, ¿qué debo significar yo para la gente de esa generación? ¿Un resto arqueológico? Debo decir que en el vuelo también iba Juanra, el director de ‘La isla de las tentaciones’, que viajaba ya a República Dominicana para grabar la nueva edición. Vamos a ver: pierdo el móvil y me lo devuelven. Y me encuentro en el vuelo al director de un programa donde la gente se lo pasa bomba. Con estos antecedentes no sé yo si os podré contar cómo han sido mis días de asueto porque tengo demasiadas ganas de dejarme llevar muchísimo.

Blog completo en la revista Lecturas.