“Yo no le auguraba ningún futuro a Melody. Pensaba que sería devorada por la industria”

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Vuelvo a pasar el fin de semana en Badalona. La relación con mi madre se complica cada vez más. Creo que con el tiempo nos estamos convirtiendo en compañeros de piso dispuestos a la gresca. Me meto en la ducha y cuando me estoy secando arrullado por la voz de María Dolores Pradera creo que escucho cómo aporrean la puerta. Pero descarto al instante la idea. Craso error porque vuelven a aparecer los golpes. Abro la puerta contrariado, estaba yo vibrando con ‘La flor de la canela’, qué poca delicadeza interrumpir semejante goce. 

Mi madre, que le dé la toalla de mano porque va a poner la lavadora. “¿Pero no te puedes esperar cinco minutos?”. No. No solo no puede esperar sino que ha empezado a trajinar en mi habitación, y eso que le pedí que no me tocara nada hasta que me fuera. “Qué carácter tienes”, me recrimina. Y eso que por mucho que me queje no se achanta. Almuerzo solo, porque después de ponerme un plato de judías verdes con patatas ha vuelto a la cocina a prepararme la carne. Casi tengo que obligarle a que se siente conmigo un rato. Vuelve a la carga.

“Pues tú bien que te has ido esta mañana a pasear a Barcelona”. Cuando advierte que va perdiendo el relato tira del reprochito, que nunca le sale del todo bien porque ya le tengo muy pillado el paso. Esta vez pretendía que volviera a Madrid con una caja de cerezas. No lo ha conseguido. Otras veces me ha ofrecido piñas o paquetes de jamón serrano envasado al vacío. Yo le digo que a ver si se piensa que en Madrid no hay nada de eso pero las cosas, como son: todo lo que compran las madres siempre está más bueno que lo que compras tú. Debe ser una cosa genética.

Me equivoqué con Melody

Me enteré de la victoria de Melody en el Benidorm Fest el domingo por la mañana porque el sábado ya estaba en el sobre a las nueve de la noche. Cuando se lo conté a mi madre exclamó: “Me alegro”. Yo creo que se ha alegrado toda España. A Melody le tengo un cariño especial porque sacó ‘El baile del gorila’ cuando yo estaba presentando ‘Rumore Rumore’ en Antena 3 –allá por el 2001– y me la llevaron como sorpresa un montón de veces. 

El temita sonaba a todas horas y más durante el verano, que fue cuando se emitió el programa. Se me quedó grabada esta anécdota que voy a relatar a continuación. Una vez que me la llevaron a ‘Rumore Rumore’ –como sorpresa, claro– la cogí en brazos y la senté en la mesa. A mí me pareció que no le hizo ninguna gracia porque era un gesto que la infantilizaba, y eso que tenía once años. No se quejó porque ya de muy pequeña hacía gala de una profesionalidad impropia de su edad. Me sorprendió mucho ese detalle. Estaba tan acostumbrada a trabajar –la promoción de ‘El baile del gorila’ y luego de ‘De pata negra’ debió ser extenuante– que no se sentía una niña.

Recuerdo que siempre iba acompañada de su padre. Un padre, por cierto, nada pesado. Cuidaba de su hija con esmero y facilitaba mucho el trabajo. Supongo que por aquella época yo no le auguraba ningún futuro a Melody. Pensaba que sería devorada por la industria. Me equivoqué. No contaba con su tesón, su esfuerzo, su dedicación. A lo largo de los años he coincidido varias veces con ella. Como entrevistada es de diez porque juega muy bien las entrevistas. Y como artista es un auténtico huracán.

Vino varias veces al Mediafest y nos dejó anonadados. Tiene tablas para aburrir. Controla el escenario como pocas y lo disfruta. Esta mañana iba en un taxi escuchando a Borja Terán en ‘Julia en la Onda’ y hacía hincapié en una de sus grandes virtudes: siempre que surge un problema en el escenario –un fallo de sonido o lo que sea– no se queja.
Resuelve y sigue para adelante. Y eso solo son capaces de hacerlo las que llevan muchas horas de trabajo a sus espaldas. Todos nos hemos alegrado por Melody porque lleva años dejándose la piel. Es el triunfo del trabajo. De picar y picar piedra sin descanso. Pero Melody, como tantas otras grandes voces de nuestro país, se enfrenta a un grave problema: el repertorio.

Como escribe Héctor Llanos en El País, artistas como ella, Ruth Lorenzo, Soraya Arnelas o Angie Fernández “no encuentran a los Manuel Alejandro, Juan Carlos Calderón o Augusto Algueró del siglo XXI”. Son voces en busca de autor. La canción de Melody para Eurovisión, ‘Esa diva’, me resulta complicada para un certamen. Otro asunto que hay que tratar es el bajo nivel de este año. Muchos críticos han alertado sobre la precariedad de las ofertas. No se entiende. Tienen un año para escoger a los participantes. 

Karla Sofía abusa del victimismo

El fin de semana ha sido exultante para Melody y tenebroso para Karla Sofía Gascón. Han recopilado una serie de tuits escritos años atrás que la dejan en bastante mal lugar. Se veía venir. Vi ‘Emilia Pérez’ y me encantó. Luego me puse a ver entrevistas de Gascón y me quedé bastante horripilado porque se maneja entre mal y peor imposible. Tiene serias dificultades a la hora de expresarse y su discurso es ramplón, pobre. Pretendidamente militante pero intelectualmente nulo. En México intenta copiar el acento mexicano y pasas bastante vergüenza ajena cuando la ves en los programas de televisión en los que ha participado. Su jefa de prensa ha cometido un serio error dejándola hablar tanto durante la promoción de ‘Emilia Pérez’. Se mete en charcos estériles y abusa del victimismo. Por todas las razones que acabo de exponer aseguro categóricamente que sería una extraordinaria concursante de realities.

Artículo original en Lecturas.