“El valenciano es un pueblo amante de la vida, generoso y acogedor”

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Una de las mejores funciones de mi segunda obra de teatro, ‘Grandes Éxitos’, fue un jueves de verano en el Olympia de Valencia. Le tengo un amor especial a ese teatro. En él cerramos la gira de ‘Iba en serio’. Era finales de diciembre, así que por primera –y única vez hasta el momento– me tomé las uvas en un escenario. En un patio de butacas abarrotado estaba también toda mi familia. A la última función vino mi madre, la familia de mi ex y Mila. Esa misma noche nos trajo a Madrid nuestro querido Carlos y recuerdo que mi ex y yo estuvimos todo el trayecto sacando de quicio a Mila. Era uno de nuestros deportes favoritos y ella se dejaba hacer con una facilidad pasmosa. La mejor representación de ‘Desmontando a Séneca’ fue en Catarroja. Uno de esos domingos que tienes que hacer un ida y vuelta y que de repente se alinean todos los astros para que ese día quede para siempre grabado en tu memoria.

Gracias al teatro conozco mucho Valencia, y eso que solo he hecho tres giras. Así que imaginaos qué significa Valencia para los artistas de este país. Ir a Valencia es siempre motivo de alegría. El público es cariñoso, disfrutón. Se entrega. El valenciano es un pueblo muy especial. Amante de la vida. Generoso. Acogedor a más no poder. A lo largo de mi vida he tenido la fortuna de poder disfrutar de él en multitud de ocasiones. Y ahora veo lo que está padeciendo y se me encoge el alma. Como a todos. No puedo olvidarme de Castilla La Mancha. Una comunidad tan importante en mi vida y que tantas veces he visitado. De ahí es mi madre.

“Nos pasará factura”

Creo que, como sucedió con la pandemia, esta tragedia también nos pasará una factura emocional. Primero, por supuestísimo, a todos los que la están viviendo. Ahora mismo están en el infierno, luchando por sobrevivir. Lo peor es que no tenemos forma de consolarlos. Podemos acompañarlos en el dolor pero no es su-iciente porque ahora mismo nada es suficiente. Lo sucedido estos días nos recuerda nuestra vulnerabilidad y nos sepulta en la impotencia. Normalmente escribo este blog los domingos por la mañana pero son cerca de las ocho de la tarde y aquí estoy. Con las primeras líneas. Sin saber sobre qué escribir porque estamos de luto. No puedo ni debo evitar el tema. Pero no quiero caer en obviedades. Esta mañana han estado en Paiporta los Reyes, Mazón y Sánchez. Las imágenes me han dejado tan tocado que he suspendido el plan de la tarde. Entiendo la rabia, entiendo la indignación pero nunca la violencia porque solo genera más violencia. No debemos dejarnos arrastrar por esos comportamientos. No llevan a ningún sitio y únicamente provocan más inseguridad. Más miedo. Condimentos perfectos para que los populismos siembren odio y más caos. Tolerancia cero. Condena sin reparos.

Hartos de guerras

La clase política debe hacer una profunda reflexión sobre la manera que tiene de relacionarse. Los insultos y las descalificaciones que se intercambian nuestros líderes día a día calan en la población. No se puede sembrar vientos y recoger amapolas. El clima de angustia y de desesperación es insostenible. Irrespirable. Nuestros políticos tienen la obligación moral de contribuir a crear una sociedad más amable, menos proclive al enfrentamiento. Estamos hartos de guerras y de quienes las fomentan.

Hoy más que nunca tengo mucho cuidado a la hora de informarme sobre lo que está sucediendo. Evito los sitios donde haya tertulianos porque siempre habrá alguno que emita opiniones tendenciosas, oportunistas, tramposas. No descansan. No paran. De todo saben. Con todo comercian. Inconscientes de su ignorancia, los escuchas y parece que tienen el estado perfectamente estructurado en su cabeza. A su manera, claro. Porque sus discursos son huecos, carentes de sentido. También tengo que decir que he descubierto a compañeros de todas las cadenas que han realizado un trabajo excepcional. Informando. Parecerá poco, pero no. Es todo. Informar. Sin opiniones. En estos casos la mayoría de las opiniones, como el tabaco, perjudican seriamente la salud. Incluso matan.

Esta vez no voy a caer en la trampa. Esta vez, no. Corto de raíz cuando vienen a decirme que todos los políticos son iguales. Que la política no sirve para nada. Es mentira. De situaciones así solo nos salvará la política. Y acabaremos destruidos, reducidos a la nada, si amparamos a aquellos que intentan hacernos creer lo contrario. No es hora de batallas entre políticos. Tienen una oportunidad de oro para demostrar que son útiles. Ya llegará el tiempo de depurar responsabilidades. Hasta el fondo. De investigar qué sucedió. Para que llegado el momento no tengamos que volver a padecer situaciones tan lamentables.

“Pienso en los que sufren”

Estamos de luto. Vamos estar de luto mucho tiempo. Y será difícil salir a trabajar en medio de un clima tan triste. O seguir escribiendo este blog, en el que a menudo cuento cosas de mi vida con el único fin de entretener. Solo quiero que sepáis que todos los que trabajamos para vosotros no dejamos de pensar ni un solo momento en los que sufren. Que a veces me he sentido ridículo trabajando pensando que hay gente que justo en ese momento está destrozada porque lo ha perdido todo. Espero que en algún momento de vuestras vidas, por muy pequeño que sea, consiga/consigamos haceros sonreír. Aunque sea levemente. Me conformo con eso. Aunque en estos momentos quizás eso sea demasiado. Casi un imposible.

Artículo original en Lecturas.