Los que me seguís sabéis que
raro es el día que no me paso por Facebook. Y no solo a publicar, a pesar de que haya algunos que no lo crean,
también os leo. Hoy os traigo una prueba de ello. Quizá quedaría bien diciendo que con todas las cosas que tengo que hacer apenas entro en Facebook, pero no es así. Tengo poco tiempo libre, sí, pero reconozco que me gusta entrar,
ver lo que escribís, lo que os gusta, lo que no, reírme con los más ingeniosos y hasta pillarme algún rebote con los más insistentes, que los hay…
La historia que os voy a contar hoy viene de ahí, de una de esas publicaciones que escribí y que
acabaría escondiendo un regalo en el hilo de comentarios. Era un domingo por la mañana, uno de esos domingos de gira con ‘Iba en serio’. Aquel día tocaba Cartagena,
iba en el coche con P. y decidí subir esto a Facebook.
Cartago y yo tenemos una relación especial. Fue el primero que llegó de los cuatro galgos que tenemos ahora en casa y os mentiría si os digo que no es mi ojito derecho. Llegó en 2011 a través de la Asociación Baasgalgo. Me dijeron que
alguien lo había encontrado en una rotonda de Cartagena, de ahí el nombre, y que tenía 3 años. Desde entonces
no nos hemos vuelto a separar, pero poco más he sabido de su pasado. Hasta aquel día. El día que llegando a Cartagena me acordé de él y subí una foto suya a Facebook. Unos días después,
revisando los comentarios me encontré con esto.
Primera pista de quién había encontrado a Cartago, pero no era lo único que había en ese hilo de comentarios. Un poquito más abajo…
Patricia había escrito y tenía pruebas de que Cartago había estado en su casa.
Era él, no hay duda, más joven pero él y su carita.
“Ayer en medio de la calle, en La Flota (Murcia),
super desorientado y con miedo nos encontramos un galgo precioso de 3 años (según el veterinario). No llevaba chip y al cuello solo llevaba una cuerda de estas verdes plasticosas. Lo cogimos y lo subimos a casa, lo lavamos un poco, le dimos algo de jamón york, le compramos una correa y se bebió casi 3 litros de agua.
Es buenísimo, lo sacamos a dar un paseo e iba andando pegado detrás de nosotros (con el morro casi pegado a nuestras piernas).
En casa, me sentaba en el sofá y
me pegaba el morro a la mano para que lo acariciase y no ladra nada.
Ahora mismo está en la casa de la huerta del tío de mi novio justo con otros dos perros más (con los que se lleva muy bien) mientras le buscamos un dueño. Así que
si alguien lo quiere o conoce a alguien que lo quiera decidlo”.
Así contaba Patricia la historia de Cartago.
Esa persona que lo quería era yo, pero ella todavía no lo sabía. Enseguida hice clic en su perfil y le envié un mensaje para confirmar que era así. Me respondió unos días después, bastantes días después, luego me explicó que no le había llegado la notificación de Facebook.
Vio fotos de Cartago conmigo y le reconoció. Me contó la historia de cómo lo encontró dando un paseo con su novio y de lo mucho que
le costó despedirse de él, “era buenísimo”, me dijo. Es cierto, Cartago es un galgo muy bueno y
tiene algo especial.
Si no fuera por gente como Patricia, Cartago nunca hubiera llegado a mi familia y es por eso que
he querido escribir este post para agradecerle a ella y a todos los que se ocupan de tantos y tantos perros abandonados con el fin de
encontrarles una vida mejor de la que han pasado hasta entonces.
Ahora Cartago es feliz, el día del mes que llega el pedido de
Pienso y mascotas es su día favorito. Precisamente hoy es uno de esos días. Él no sabe que estoy escribiendo esto, pero estoy seguro de que está
totalmente de acuerdo con ese GRACIAS en mayúsculas para todas las Patricias que hay por ahí.